EL SECRETO DE LA GENERACIÓN SILVER
Siguiendo con el trabajo de investigación que me llevó a escribir el libro «Generación silver. Un nuevo estilo de vida» me he centrado en el análisis de aquellos aspectos que nos pueden facilitar el afrontar lo que nos depare la vida Por este motivo os quiero introducir en el estoicismo y en como esta filosofía de vida es la clave para hacer de esta etapa una de las más felices de nuestra vida.
Ser feliz es un objetivo que históricamente siempre ha preocupado a la humanidad. En las últimas décadas se ha convertido en una obsesión que nuestro entorno nos recuerda constantemente, aunque no tengamos muy claro lo que representa y lo que necesitamos para conseguirla.
Has aprendido que la felicidad no está relacionada con haber superado todos los obstáculos que se te han puesto por delante, ni con el hecho de no tener preocupaciones, ni con no sentirte nunca triste. La felicidad es un sentimiento prolongado de satisfacción con la vida y con las capacidades de uno mismo.
Te preguntarás como se puede llegar a este estado teniendo en cuenta nuestro día a día y los retos, inconvenientes, adversidades, etc. que nos va planteando la vida. Debes saber que aunque no puedes controlar lo que te pasa en la vida, si puedes controlar tu percepción de ello.
Esta es la base del pensamiento estoico, que te propone ver el lado positivo de las cosas, al quitarles transcendencia.
La experiencia adquirida, junto con la liberación que te da el deber cumplido, favorece que tiendas, de una forma natural, a una actitud más estoica ante los avatares de la vida, con todo lo bueno que ello te puede aportar.
Para empezar, recuerda la transcendencia que le diste a aquellas situaciones que llegaron a mortificarte y que con los años has podido comprobar que no la tenía.
Zenón de Citio
Zenón de Citio, nacido en Chipre en el año 336 a.C., fue el padre del estoicismo. Era comerciante, como su padre, aunque se interesaba por la filosofía.
En uno de sus viajes, tuvo la desgracia de naufragar con el barco lleno de púrpura fenicia, un tinte que era el símbolo de reyes y emperadores. En ese naufragio Zenón perdió toda la carga y todas sus pertenencias, quedando literalmente en la ruina. Estaba a miles de kilómetros de su casa, solo, sin dinero ni nadie dispuesto a ayudarlo.
Lo que para la mayoría hubiera sido una tragedia insalvable, Zenón aceptó su ruina con la convicción, de que este desafortunado incidente, le proporcionaba la oportunidad de dedicarse a filosofar.
Corría el año 300 a.C., cuando empezó a reunirse con sus discípulos bajo el Pórtico decorado del ágora de Atenas (Poikílē stoá), de donde tomó el nombre su escuela. Ahí empezó a gestarse el estoicismo.
Su pensamiento intentaba demostrar que somos libres, responsables y capaces de ser felices gracias a nuestra razón.
Por ello el estoicismo no constituye un sistema filosófico, sino que es una filosofía de vida. Nos propone prácticas, que aplicaremos a la la vida cotidiana, para lograr la felicidad.
La mayoría de los grandes líderes de la antigüedad fueron estoicos. Cicerón (106-43 a.C.), Séneca (4-65 d.C.), Epíteto (55-140 d.C.) y Marco Aurelio (121-180 d.C.).
Estoicismo y felicidad
Los jóvenes, incluso las personas mayores, tienden a pensar que la vejez, sea cual sea su estilo de vida, está relacionada con la tristeza y la decadencia. Somos conscientes de que con los años vamos perdiendo todo aquello que valorábamos cuando éramos más jóvenes y que veremos mermadas progresivamente nuestras capacidades. Cabe suponer, por ello, que con los años seremos menos felices.
Paradójicamente, los estudios y la realidad nos dicen que no es así. La edad tiende a trabajar en favor de la felicidad debido a que nos volvemos más estoicos.
Partiendo de esta base, tratan de eliminar las negativas y desarrollar las positivas en un proceso de construcción del carácter hacia la virtud. Así también, buscan dominar las pasiones y deseos para lograr la ataraxia o imperturbabilidad.
Peter Ubel analizó dos grupos de adultos, mitad hombres mitad mujeres. El primero, de edades comprendidas entre 21 y 40 años, y el segundo, de más de 60 años.
Los resultados revelaron que el grupo de los mayores de 60 años se sentía mucho más felices que los de edades comprendidas entre los 21 y los 40 años, aunque paradójicamente todos los participantes opinaban que creían que a los 30 años se era más feliz que a los sesenta.
Este resultado se correspondía con el de Andrew Oswald que mostró en un gráfico, los resultados de su estudio sobre el nivel de felicidad según la edad. La curva resultante fue utilizada por Jonathan Rauch para el título de su libro The Happiness Curve.
Todo ello se explica por la experiencia que vamos adquiriendo a lo largo de la vida y que nos permite la adaptación y modulación de nuestras respuestas emocionales.
Somos más conscientes de que, a pesar de no poder controlar muchas de las cosas que nos pasan en la vida, si podemos controlar nuestra percepción de ellas. Las podemos percibir de una forma constructiva o destructiva.
La edad y la experiencia nos acercan a la visión que propagaban los estoicos. Hemos aprendido los beneficios de relativizar, de quitarles transcendencia a muchas de las situaciones a las que nos enfrentamos en nuestro día a día. No se lo merecen porque han perdido importancia para nosotros.
“Be estoico”
Debes aprender a diferenciar qué está y qué no está bajo tu control. Centra tus esfuerzos en lo primero y no malgastándolos en lo segundo. Reconoce que eres consciente de que te has pasado la vida dando importancia a unas situaciones que ahora sabes que no se la merecía.
Debes saber que lo más seguro es que vivas más años y con mejor salud que las generaciones anteriores y que tienes todo el derecho a sentirte cómodo y feliz en esta larga etapa.
Lánzate, no tienes que demostrar nada a nadie. Ya no existe el fracaso, tus necesidades son menos urgentes por lo que la vida es más fácil.
El estoicismo te hará potente.
Te ayudará a perder el miedo a muchas cosas y situaciones, permitiéndote así, luchar contra la adversidad y armarte contra la desgracia.
Un estoico no es perturbado por las circunstancias, ya que sabe que no tiene control sobre ellas. Acepta lo irremediable como tal, sin revelarse, lo que le libera.
Estoicismo y la generación silver
Laura Carstensen analizó las emociones positivas y negativas de un grupo de 184 personas, de edades comprendidas entre los 18 y los 94 años. Tras el estudio comprobó que las personas mayores y los jóvenes experimentan prácticamente las mismas emociones positivas, aunque el grupo de personas mayores experimentan menos emociones negativas. También concluye que en las personas mayores, los estados positivos duran más y los negativos menos.
Hasta ahora has vivido en una constante tensión y frustración haciendo frente a las vicisitudes de la vida. La mayoría de adversidades las has experimentado como un ataque contra tu persona. Todo era nuevo y emocionante, tus expectativas eran altas y todo parecía tener importancia.
Cualquier contratiempo, por trivial que fuera, representaba una desgracia. Un retraso del vuelo, la cola del embarque, la avería del coche o la pérdida de señal del wifi. Quedarte sin batería en el teléfono, un comentario desfavorable en twitter, pocos seguidores en Facebook, etc. todo ello te hacía infeliz.
Ahora los silver deberíamos tener la experiencia y el conocimiento suficiente para saber que estas, como la mayoría de las cosas tienen poco impacto en nuestras vidas. Nos volvemos más selectivos sobre lo que damos importancia.
En el libro te repito una y otra vez “Simplifica, reconoce el valor de las pequeñas cosas y adopta un nuevo estilo de vida”. No debe importarte aquello que no tiene importancia y reserva tu atención para aquello que si la tiene. Si lo haces serás mucho más feliz.
Estoicismo no es pasotismo
Por último, no debes confundir ser un estoico con que nada te importe, sino que tu capacidad de que las cosas te afecten ha cambiado. Sabes gestionar mejor tus sentimientos y tus emociones.
Sabes que no vives en la indiferencia, al contrario, cuando algo te interesa, y te es adverso, te enfrentas a la adversidad para conseguir tus objetivos.
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