Estilo de vida Salud

Ayuno intermitente de las redes. La desconexión digital.

24/08/2021

Confesiones de un friki digital

Siendo fiel al estilo de vida que propongo, basado en la slow life, he aprovechado esta época del año en que tenemos más tiempo, menos obligaciones profesionales y parece que todo va más lento,  para desconectar de las redes.

Por ello me he dedicado, durante poco más de un mes, a revisar sucintamente el correo y he utilizado el teléfono móvil únicamente para aquello para lo que fue diseñado, para hacer y recibir llamadas. Este ha sido el motivo por el que no he publicado nuevos artículos o post durante este tiempo.

Sinceramente, esta desconexión digital no me ha costado un gran esfuerzo, todo lo contrario, y pienso que como yo, los miembros de la generación silver tenemos la ventaja de haber nacido en la era analógica.

Hemos crecido con los libros impresos en papel, los discos de vinilo, las películas proyectadas en el cine y las relaciones en directo, cara a cara. Creo que esta vivencia nos ayuda a desconectar, ya que nos hace menos dependientes de la digitalización y de los entornos virtuales que las generaciones posteriores.

No obstante, ello no impide que algunos o muchos miembros de la generación silver, seamos grandes amantes de la tecnología.

Antes de seguir y analizar la importancia de realizar pequeñas desconexiones de los medios digitales, quiero desmitificar y aseguraros, que al contrario de lo que se cree y se escribe, somos muchos los miembros de la generación silver a los que nos gusta y dominamos las llamadas nuevas tecnologías así como las plataformas digitales.

Solo tenéis que echar un vistazo a las redes, y no me refiero a Linkedin, como plataforma profesional, sino que en Facebook,  Twitter, Instagram incluso en TikTok, donde encontrareis buenos ejemplos de ello.

Volviendo a la desconexión, estoy convencido que esta mayor facilidad para desconectar, que podemos tener los baby boomers, se debe, como os he comentado, a que hemos vivido el nacimiento y los grandes cambios en el campo de la telefonía y de la informática.  

Hemos pasado del teléfono de disco a las terminales inteligentes o smartphones actuales.

Para los que no lo recuerden, se llamaban teléfonos “de disco” porque disponían de un disco giratorio provisto de diez agujeros numerados del 0 al 9. Este era el teclado. Para realizar una llamada introducíamos  el dedo en el agujero del dígito correspondiente haciéndolo girar hasta un tope y liberándolo después, por lo que volvía a su posición inicial. De esta manera, dígito tras dígito, marcábamos el número del teléfono elegido. Para los que no lo conozcáis os dejo el enlace a un video explicativo de su funcionamiento.

Friki de la tecnología

Como ya os he comentado alguna vez, soy un amante de la tecnología -un poco friki lo reconozco- ya que soy de los que disfrutan más configurando, programando y optimizando cualquier sistema, que en la mera utilización de los terminales.

Así, en 1981, empecé a iniciarme en la programación con un Commodore 64, la primera computadora doméstica a la que tuve acceso. Al poco, con uno de los primeros ordenadores IBM y el sistema operativo MS-DOS, aprendí a utilizar un programa llamado IBM Assistant que me permitió crear una base de datos de mis pacientes. Ya no os cuento más, pero os podéis imaginar que fui experimentando y adoptando muchas novedades, tanto en el campo de la práctica clínica de la odontología (primeros captadores digitales RVG) como a nivel docente, pasando de las presentaciones con diapositivas a los programas digitales.

También, debido a mi afición por la música, fui descubriendo los samplers, los secuenciadores, las cajas de ritmo, los sintetizadores, los DAP (Digital Audio Player), etc.

Otra de mis grandes aficiones, -que por cierto tengo descuidada y que durante este paréntesis digital he decidido retomar- es la fotografía. Durante los años ochenta y noventa también fui probando las nuevas técnicas tanto en la captación como en el procesado de imágenes.

A nivel personal experimenté el nacimiento de los primeros módems y su peculiar sonido mientras conectaban o descargaban datos. Recuerdo mi primera PDA (Personal Digital Assistant), una Palm que marcó mi bautizo en el mundo de las agendas electrónicas. Esta PDA incluso sirvió para introducirme en el uso de los sistemas de posicionamiento, ya que comercializó un accesorio que la convertía en un GPS. -Os he de confesar, aunque hoy en día parece una tontería, que al principio no me fiaba de la información que me proporcionaba y lo utilizaba de divertimento para conocer la opinión de aquel gadget sobre la ruta que debía seguir-.

Como es lógico, lo que más he ido renovando han sido los terminales telefónicos.

@antonimlluch

No olvidaré que a finales de los 80 pude adquirir uno de los primeros Motorola y posteriormente el primer Nokia. Aún conservo, en perfecto estado, el Nokia 9000 i Communicator que es considerado como uno de los primeros Smartphone del mercado. Este Nokia del año 1996, disponía de uno de los primeros teclados QWERTY completo, lo que me permitía enviar y recibir faxes, mensajes de texto, correo electrónico incluso empezar a navegar por la red con todas las limitaciones a nivel de conectividad que existían en aquel momento.

 -¡Como veis es cierto que soy un poco friki!-

aunque os he de aclarar que llegó un momento en que fui consciente que renovaba mis “juguetes” sin aprovechar la mitad de sus prestaciones. Desde entonces, y de esto hace ya muchos años, disfruto aún más de ellos ya que solo los renuevo cuando es necesario, lo que me permite profundizar en sus prestaciones y optimizar su uso.

Vista mi relación con la tecnología, que se corresponde con la de muchos miembros de la generación silver, entiendo que la dependencia que podamos tener de las redes no tiene por qué ser muy diferente que la que puedan tener los miembros de las generaciones posteriores.

Adicción digital

Si eres de las personas que, nada más levantarse, lo primero que hacen es coger el móvil y revisar las redes sociales o el correo electrónico, debes saber que no eres ningún bicho raro, es algo que es cada vez más frecuente, pero que no por ello es bueno.

Es más bien lo contrario. Según la OMS (Organización Mundial de la Salud),  existe una enfermedad, cada vez más frecuente y responsable de múltiples patologías relacionadas con el estrés, llamada adicción digital.

Debes ser consciente que revisar el correo o las redes requiere atención, rapidez, así como nos crea cierto grado de expectación sobre lo que se ha colgado durante el tiempo que no nos hemos conectado.

Todo ello implica un cierto grado de estrés, que no tiene por qué ser malo, a menos que se mantenga durante el tiempo debido a nuestra dependencia de las redes.

Los estudios clínicos indican que, cuando una persona se la considera dependiente digital, su atención disminuye y el organismo se va agotando, ya que no puede mantener el estado de tensión de manera constante, apareciendo a la larga enfermedades relacionadas con la ansiedad y el estrés.

El Síndrome FOMO  

Otra patología asociada a la adicción digital es el “Síndrome FOMO” (Fear Of Missing Out). Se caracteriza por la combinación de la adicción a las redes sociales con una falsa visión de la aceptación social a través de las redes.

Los afectados por este síndrome necesitan ser reconocidos en las redes y temen quedarse fuera de ellas, lo que les obliga a una interacción constante, preocupados compulsivamente ante la posibilidad de perder una oportunidad de interacción social. Esto les lleva a un continuado estado de ansiedad y estrés, al estar continuamente pendientes de la última actualización de sus contactos, que por otro lado es bueno reconocer que muchas veces son poco o nada conocidos.

Cuantas veces interactuamos en las redes con el propósito, consciente o no, de buscar el mayor feedback posible. Incluso, la mayoría de las veces, la respuesta que obtenemos, condiciona nuestro estado de ánimo, nuestra percepción de nuestro éxito personal o fracaso, en resumen condiciona nuestra autoestima llegando incluso a condicionar nuestra calidad de vida.

La Nomofobia

Es seguramente la patología más frecuente y que, si no actuamos en consecuencia, hoy en día la podemos sufrir todos. Me refiero al miedo irracional, que incluso nos puede llegar a superar, de perder el móvil, que no tengamos la posibilidad de tenerlo a mano en todo momento, incluso de quedarnos sin batería o cobertura.

Sin el móvil percibimos que estamos desconectados, lo que nos genera miedo ya que nos sentimos aislados del mundo. Nos angustia pensar ¿Qué pasará si alguien quiere conectar con nosotros?, incluso ¿Qué me estoy perdiendo en las redes?  Estos pensamientos perturbadores generan sentimientos de  angustia y ansiedad junto con una gran sensación de inseguridad que nos insta a intentar recuperarlo rápidamente.

Se nos ha olvidado cuando el teléfono estaba físicamente en casa y que tan solo desde allí podíamos realizar o recibir llamadas a menos que utilizáramos una cabina telefónica en la calle.

Los beneficios de la desconexión digital

Después de conocer cómo puede afectarnos el hecho de estar constantemente pendientes del teléfono y de las redes sociales, queda claro que debemos ser capaces de realizar pequeñas desconexiones digitales.

Debéis hacerlo. Para ello os aconsejo realizarlas durante los días o las épocas más relajadas, cuando aparcamos los problemas u obligaciones profesionales, ya sea algunos fines de semana o durante las vacaciones.

Por cierto debéis conocer que existe una ley, la Ley Orgánica 3/2018, de Protección de Datos Personales y garantía de los derechos digitales, que establece el derecho de los empleados a no contestar las videollamadas, los emails, WhatsApps o cualquier otro tipo de comunicación profesional fuera de su horario laboral.

Como sabéis, en el libro Generación Silver. Un nuevo estilo de vida,  describo cómo deberíamos afrontar la vida para redescubrir lo que de verdad nos importa y nos hace felices para que esta etapa sea sino la mejor, si una de las mejores de nuestra existencia. Recordar que una de las pautas para conseguirlo es la de tener una actividad que nos haga fluir, nos ayude a crecer y le dé sentido a nuestro día a día y esto tan solo lo podemos conseguir sino estamos conectados permanentemente a las redes.

Por ello la desconexión digital no solo consiste en realizar periodos de desconexión de las redes, sino que es igualmente importante el uso que de ellas hacemos, o la importancia que les damos en nuestro día a día.

Mi experiencia personal

Desde siempre soy madrugador, nunca me ha costado y estoy convencido que nací con mi reloj biológico configurado para ello.

Con los años fui consciente que ello disfrutaba muchísimo de este tiempo de silencio y soledad, en que el mundo no se ha despertado. Que podía tomar un café, hacer ejercicio, meditar y organizarme el día en paz, sin prisas, ya que “el tiempo aún no contaba porque mi entorno no había despertado”.

Son muchos los expertos que proponen rutinas matutinas para evitar sentirse arrastrado por la vorágine del día a día.

Estas rutinas están basadas en adoptar nuevos hábitos que permitan darle un sentido consciente a la jornada que empieza, facilitando llevar una vida más organizada y saludable, tanto a nivel físico como mental.

No hay nada peor al despertarse que sufrir la sensación de que todo está en marcha y que si no corremos vamos perder el tren.

Esto es lo que ocurre si lo primero que hacemos por la mañana es revisar las redes, o si siempre que tenemos tiempo libre estamos pendientes de ellas, ya que constantemente nos van a ofrecer más contenido y mensajes de los que podremos atender.

Al levantarte por la mañana date un tiempo para ti antes de sucumbir a todo lo externo.

Pierde el miedo a desconectar, te darás cuenta que si no llevas siempre el móvil encima no ocurre nada malo que no se pueda solucionar, y que nadie te olvida si dejas de estar permanentemente conectado, colgando comentarios, fotografías o dando likes a todo el mundo.

Si eres capaz de gestionar correctamente tu relación con las redes evitarás depender de ellas, el síndrome FOMO y la nomofobia. También serás más consciente de tu entorno real lo que te va a permitir recuperar todas aquellas actividades y momentos que también son importantes para tu calidad de vida.

Os propongo es realizar un “ayuno intermitente”, a base de intervalos de desconexión, durante algún fin de semana o en parte de vuestras vacaciones.

Yo ya lo he hecho y ahora vuelvo renovado con nuevos proyectos.

Os puedo avanzar que este tiempo de desconexión me ha servido para incubar nuevos proyectos, de los que de momento prefiero no hablar, pero que están pensados para compartirlos. 

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